miércoles, 5 de marzo de 2014

Absorbo a cuentagotas los restos de aquellos sueños incumplidos, y me sumerjo nuevamente en una realidad que me aniquila, me devora lentamente, casi disfrutando su crueldad. Yo, conmigo, somos casi dos luchando a ciegas contra la realidad de no tenerte. 
Mi imaginación cambió de bando, y ya ni siquiera puedo refugiarme en ella. Te dibuja en las paredes como una sombra que se mueve como vos, danza en el aire haciendo eco de tu voz que ya no es tuya, ni mía. Rompe las capas más profundas y seguras de mi ser, al soltar tu sonido sobre el aire seco, quieto, aburrido, en una habitación vacía que te repite desde que te fuiste.
 Me pierdo en las ganas de encontrar retazos de tu complicada existencia en la absurda sencillez de todas las demás. Y no te encuentro, ni siquiera diversificada, atomizada en otros cuerpos, otras voces, otras miradas. 
Muero lentamente en un camino que no estoy dispuesto a abandonar.
Te fuiste primero, sólo me queda seguirte. 

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