jueves, 24 de septiembre de 2015

Los finales que son principios.

  Nos encontramos por casualidad, porque así llaman al destino los que viven pensando que este milagro de existir funciona de esa manera, de casualidad. Antes de que nuestras mejillas chocaran y causaran esa explosión interna que siento cada vez que mi beso en tu mejilla roza tus labios, generando ese deseo a futuro de morderte, y robarte, y sentirte conmigo, íntima y completa, antes de éso, la nada misma. Nos miramos a los ojos, nos decimos todo sin pronunciar palabra, nos sabemos. Te abrazo y encierro tu cintura, te aprieto a mí para que el mundo desaparezca, porque todo lo que importa está resguardado entre mis brazos. Huelo tu pelo, tu piel, el perfume que desprende tu alma.
  Nos miramos por una fracción de segundo, sufriendo la separación, que es mínima, como gemelos recién nacidos que no entienden ni quieren saberse dos personas diferentes, porque sienten como uno. Te miro a los ojos, y una lágrima se va formando hasta lograr el peso suficiente para emprender su huida, cuesta abajo. No digo nada, no hace falta, sé lo que pasa porque era de esperarse, una posibilidad. Te abrazo nuevamente, esta vez un poco más fuerte, más intenso. Tu cabeza se recuesta en mi hombro, mirás hacia afuera, hacia donde no hay nadie, nadie que pueda verte llorar. Y con tanto sentimiento guardado, tantos recuerdos buenos y malos, porque la vida se trata de ambos, que son uno, tus lágrimas se amontonan una tras otra, en carreras desordenadas por tus mejillas. Llorás, llorás en silencio, porque es la vida que te está poniendo a prueba, y gritar, y patalear, y golpear a nadie, te va a quitar el dolor que sentís. Yo no emito sonido, me dedico pura y exclusivamente a ser tu compañía de silencios, la persona que se encarga de cuidarte mientras vos podés sacar a la luz todo éso que llevás adentro y que muy pocos tienen derecho a ver.
  No sirven las palabras, no en este momento, quizás más adelante. Tan vasto es el idioma, y sin embargo, no consiguió generar una palabra que pueda expresar lo que nos pasa. Maldito castellano.
  El tiempo ya no es tiempo, se expandió, se contrajo, se estiró para todos los lados posibles. Ya no sé si estamos así hace un minuto o dos horas. Tus lágrimas dejan de caer, no porque ya no duela, sino, porque ya no quedan. Ese sentimiento de nostalgia, de saber que vas a extrañar para siempre algo que estás dejando de tener. Ese saber que así va a ser mejor, para todos, y sin embargo encolerizarte con el universo por las cosas que tienen que pasar irremediablemente. Y nada hace que deje de doler, el tiempo te va a enseñar a soportarlo, a disfrutar a pesar de, a mirar a los demás a los ojos y compartir ese sentimiento. Quizás te enseñe también, a filtrar en tu vida las cosas que no valen la pena, las cosas que te fastidian, y dejar pasar solo las cosas que te hacen feliz.

  Algún día, hoy, ayer, mañana, todo es lo mismo. Algún día, te cruzarás en un sueño, y podrás dar el abrazo y el amor que guardabas. Los recuerdos estarán presentes, cada uno será el que es, sin cambios físicos, ni mentales. Cada uno sabrá quién es el otro, cada uno tendrá algo que decir. Y dure lo que dure, será cuando deba ser. Quizás te despiertes sin recordar nada de lo que pasó, quizás solo te quede la sensación de alivio que producen ese tipo de sucesos. Pero ten por seguro, y nunca te olvides de ésto, nos queda el consuelo de saber que uno de los dos, lo recordará para siempre. 

jueves, 10 de septiembre de 2015

  Se pierde mi mirada entre tus sueños
mientras me cuentas que será de ti mañana
se funde mi corazón contra tu pecho,
se limpian de mi amor las telarañas.
  
  Soy solo aquel, que quiso regalarte
una promesa con forma de libro infantil
el regalo que tú nunca esperaste
que un desconocido pudiera cumplir.
  
  Te traté como trato a cualquiera
sin ánimo de ganar ningún favor
quién iba a decir que por vez primera
resultara del gesto, una merienda para dos.
  
  Te convertiste en lo que no estaba buscando
ocupaste cada espacio de mi ser
rompiste con la idea de la vida
que me obligaba cada momento a creer.
  
  Me llenaste la oscuridad con tus colores
cambiaste lo efímero por eternidad
me enseñaste a querer en el presente
porque el futuro es imposible de atrapar.
  
  No existe material con el que pueda devolverte
ni una pizca de todo lo que das
pero sin dudarlo puedo prometerte
que voy a amarte hasta los extremos del amar.